viernes, 15 de octubre de 2010

LA MUSICA Y LA DANZA

LA MÚSICA Y LA DANZA DISCIPLINAS CONVERGENTES: ELEMENTOS COMUNES
Por María Dolores Moreno Bonilla. Profesora de Danza.

         La música y la danza son dos disciplinas distintas, impartidas por profesionales especializados, que tienen objetivos y contenidos diferenciados. Sin embargo ambas tienen numerosos aspectos en común, de los que pueden beneficiarse mutuamente. 
         Autores de reconocido prestigio en la pedagogía musical como Dalcroze y Orff, no conciben la enseñanza musical si esta no va acompañada de movimiento. 
         Por su parte, la música proporciona al bailarín o bailarina los elementos que necesita para apoyarse, expresar y comunicar sentimientos. 
         Ambas disciplinas poseen elementos comunes que permiten su conexión. Estos elementos son:
1.     El ritmo
         El ritmo se puede definir como una organización temporal del sonido, que nos permite predecir como van a ir apareciendo en lo sucesivo.
          Los pasos de danza tienen un ritmo interno propio. Este debe interactuar con el ritmo de la música para poder coordinarse y conseguir una base firme en el movimiento. 
         Para los/as bailarines/as el ritmo es una constante que proporciona la principal fuerza de movimiento. 
         El ritmo tiene dos componentes que son el pulso y el acento. 
         El pulso es una percusión que se repite periódica y regularmente en una obra musical.  
         En danza constituye un latido que permanece siempre y que todo bailarín/a debe seguir internamente, para evolucionar adecuadamente dentro de su desarrollo coreográfico. 
         El acento  se define como la mayor intensidad de una pulsación con respecto a otra y va a definir las diferentes clases de ritmos.  
         En Danza, el bailarín/a utiliza estos acentos musicales en correlación con los acentos musculares, para marcar el impulso de salida de un movimiento, para fijar la posición en el espacio en un punto culminante de la coreografía o para marcar el momento final del movimiento. 
2.     El compás.
          Es un instrumento que permite ordenar los distintos ritmos naturales, con la finalidad de hacer más fácil su lectura y ejecución. Existen distintos tipos de compases según el acento base se repita cada dos, tres o cuatro pulsaciones.
          En danza, gran parte de la música que se utiliza para bailar es contada y el compás musical nos indica cómo se debe contar la pieza que se está coreografiando o interpretando. Así por ejemplo un compás binario se contaría “ un y dos y tres y cuatro ….”. Un compás ternario sería por ejemplo “ 123, 223, 323, 423…”. Las palabras que se utilicen en una frase de movimiento pueden ser diferentes ( 1ya, 2ya, 3ya, 4ya…), pero la medida no varia. 
3.     El tempo
         Señala aspectos relacionados con la rapidez, es decir, hace referencia al grado de lentitud o velocidad con que deben ser marcados los tiempos de un compás. Para ello se utiliza un vocabulario especial que permite calificar sus matices: adagio, allegro etc. 
         En danza los movimientos tienen también su propio tempo. El tempo de un movimiento podemos sentirlo a través de  la velocidad de su realización, la duración, el intervalo entre dos acontecimientos, las pulsaciones, acentuaciones, silencios y la intensidad de su ejecución.  
         Así  existen movimientos grandes y ligados que tienen un tempo lento o largo, y otros movimientos que son más precisos y rápidos que se realizan tipo allegro. 
         Sin embargo, cualquier variación o combinaciones de pasos, se pueden ejecutar a diferentes velocidades (en función de las necesidades coreográficas), el requisito indispensable es que vaya acoplado y coordinado con el tempo que la música  lleve. 
4.     Los matices
         Se define como los diferentes contrastes que pueden aparecer en el transcurso de una composición y que afectan a un fragmento de la misma en un momento determinado. 
         Hay dos tipos de matices:
·        Uno que afecta al grado de rapidez o lentitud con el que se ejecuta determinado fragmento o agógica y
·        Otro que afecta al grado de intensidad con que se ejecutaría determinado fragmento o dinámica.
         La acción de la dinámica  en la música viene dada por la variación de los matices de fuerza, suavidad, gravedad o ligereza de los sonidos, bien por transición o bien progresivamente. 
         En danza, los grados de intensidad (altos y bajos) de la música, ayudan al bailarín/a a la realización de una interpretación variada, no aburrida. 
         Se suelen asociar determinados niveles de dinámica, con algunas variaciones o combinaciones de movimiento. Por ejemplo los grandes saltos se asocian con una dinámica fuerte. 
         Por otro lado se puede asociar expresión de sentimientos a los diferentes tipos de dinámica, por ejemplo una dinámica fuerte puede servir para expresar alegría. 
         La agógica permite apreciar la duración con la que se ejecuta un fragmento musical (su lentitud o rapidez). 
         En la danza se suelen utilizar diferentes tipos de agógica:  
-         Hay pasos que por sus características necesitan ralentizar o acelerar la música.
-         Hay momentos en los que las variaciones de movimientos, están constituidas por dos partes bien diferenciadas que necesitan agógicas distintas.
-         Por último en el desarrollo de una coreografía se pueden alternar diferentes tipos de agógicas, cambiando a más rápido o más lento en distintas ocasiones.
          Con todo lo expuesto podemos comprobar que existen muchos elementos de conexión entre la música y la danza y no nos cabe duda de que la danza está íntimamente ligada a la música, sin embargo la música para danza tiene un objetivo diferente al de la música para un concierto. 
         La música para concierto tiene como finalidad ser escuchada. La música para la danza tiene como finalidad realzar el movimiento. 
         La interacción entre los diferentes aspectos que tienen en común la música y la danza, motivan al bailarín hacia la ejecución de los diferentes pasos y estimula al espectador hacia el disfrute de lo que está percibiendo. 
BIBLIOGRAFÍA. 
1.     Bachmann, Marie- Laure, (1998): “La rítmica de Jacques-Dalcroze”. Editorial Pirámide. Madrid.
2.     Challet-Haas, J. (1983): “ Manuel pratique de danse classique”. Editorial Amphora. París.
3.     Fuentes, P y Cervera, J (1989): “Pedagogía y Didáctica para músicos”. Piles editorial de música. Valencia.
4.     Jay, D.M. y Kassing, G.(1988): “ Teaching beginning ballet technique” Editorial Human Kinetics. Illinois.
5.     Orff, C. y Keetman, G.: “Música para niños Vol I”. Edición Unión Musical. Madrid.
6.     Robinson, Jacqueline (1988): “ L´enfant et la danse”. Jacqueline Robinson. París.
7.     Shinca, Marta (1989): “Psicomotricidad, ritmo y expresión corporal”. Editorial Escuela Española.Madrid.
8.     Varios autores, (1979): “Música y Danza para el niño”. Edita Instituto alemán. Madrid.


DANZA FOLKLORICA MEXICANA

Danza Folclórica Mexicana 

Antes de la llegada de los españoles, los pueblos establecidos en nuestro territorio desarrollaron una cultura avanzada en todos los ámbitos del conocimiento humano; en ella, las artes y la danza tenían una importancia fundamental en la vida social.
En la época prehispánica se celebraban numerosas festividades de tipo religioso, militar y social durante todo el año y eran dedicadas a los dioses que tenían; las ceremonias consistían en infinidad de actividades como la poesía, cantos, música y danza. La poesía era lírica y se decía de manera individual o en coros; el canto narraba las victorias y sucesos militares, religiosos, mitológicos, fantásticos y cotidianos, que eran parte de sus creencias.

En la actualidad, la reconstrucción de las danzas prehispánicas representa un problema debido a la poca información confiable con que se cuenta.
Con la llegada de los españoles a América, la cultura de los pueblos establecidos fue desapareciendo.
Muchas de las costumbres que los naturales tenían experimentaron diversos cambios: se impuso la lengua castellana, se modificó la manera de vestir y la organización política, pero sobre todo se modificaron las creencias y la religión, las costumbres, la comida, etcétera; de esta manera, se reconoce cómo la cultura española dominó la vida social de los pueblos establecidos.

La imposición de nuevas ideas religiosas por los frailes llegados de España modificó la danza, en sus formas coreográficas, pasos y sobre todo el sentido y significado para ejecutarla. Los antiguos dioses realizados en barro y piedra fueron sustituidos por santos y vírgenes, a quienes de igual manera habría que adorar.
La danza autóctona es una forma expresiva de la danza de nuestro país, conservó mayormente los rasgos auténticos de la cultura prehispánica, sufriendo ligeras modificaciones en su música, instrumentación y en ocasiones formas coreográficas practicadas (desde entonces hasta la actualidad) por los grupos indígenas de nuestro país.

La danza se convirtió, pues, en un recurso para la evangelización, los temas fueron referidos a los de la religión cristiana. La ejecución que se realizaba en las grandes plazas destruidas durante la guerra de conquista, ahora se realizaban en atrios de las iglesias recién construidas.

Así pues, la llegada de los europeos y esclavos negros africanos transformó la vida social y cultural de América. La mezcla racial definió los rasgos característicos de la población de la Nueva España, la cual estaba constituida por los peninsulares, indios y negros; después por los criollos, mestizos y mulatos.

Al principio se establecieron diferencias en costumbres y culturas, pero poco a poco se fueron acortando distancias, mezclándose y abandonando, hacia finales de la época colonial, y como consecuencia de la búsqueda de la identidad mexicana, una cultura variada en cuanto a su origen complejo.

El baile tradicional es un estilo de expresión de la danza, producto de las tradiciones y formas de divertirse de un pueblo en una determinada época y región. Se interpreta de manera espontánea, y a diferencia de la danza autóctona, que es religiosa, el baile tradicional es de carácter festivo; es decir, se ejercita como una forma de diversión de la población.

El baile tradicional adoptó dos modalidades. Puede ser llamado también popular, puesto que en sus múltiples estilos, en nuestro país, lo practicaron diferentes sectores sociales, derivándose bailes propios de la aristocracia, o de la clase alta, y otros muy diferentes de los de condición humilde.

El baile tradicional también puede ser llamado regional, en cuanto a que se produjo con características culturales propias que lo diferenciaron en las diversas regiones de nuestro territorio.

Esto quiere decir que aunque el baile tradicional mexicano tiene un mismo origen, influencia y rasgos parecidos, no es uno, ni se interpreta de la misma forma en todas partes. Varía en su música, pasos, actitudes de los ejecutantes, vestuario, formas coreográficas y el espacio en que realiza, en cada región del país.

El deseo de libertad del pueblo mexicano se comienza a manifestar en muchas actividades culturales y políticas en las cuales el arte no podía ser la excepción.
México, al término de la lucha de la independencia, y durante las intervenciones extranjeras que sufrió la nación, además de las luchas internas entre liberales y conservadores, adquirió un nuevo clima patriótico. Se buscó en las artes los valores que nos identificaran, encontrando en los bailes una verdadera tradición nacionalista.

De esta forma, los bailes acentuaron el carácter costumbrista y localista, al desarrollar nuevas formas de bailar, que definían estilos de acuerdo con una tradición construida en tres siglos de mestizaje racial y cultural, con fundamento netamente mexicano.
En la región norte se bailaron las poleas, redovas y shotises, conforme a la ejecución y coreografía de la cuadrillas; los bailes de todas las clases sociales adquirieron una fuerza inusitada.

En los pueblos de la costa del Golfo de México se interpretaron fandangos y huapangos, y sones en las comunidades del occidente y pacífico sur.

En ese tiempo, surgen los mariachis, quienes reproducen sones y jarabes a los que se les llamó “sonecitos de la tierra”, y en los cuales el zapateado se convierte, con sus variantes regionales, en el común denominador de los pasos, por su fuerza y virilidad.

Los bailes entonces, tienen un alto contenido político y revolucionario que, junto con las ideas de libertad y las maneras de divertirse, adquiridas por los luchadores insurgentes, se difundieron por todo el país. Tanto el baile como la música, comentan, describen y ridiculizaban las condiciones políticas y sociales que vivía la nación.

La población ya no se ocupó de los bailes de salón que resultaban ya muy limitados para expresar la euforia del sentimiento nacionalista y el rescate de la soberanía del país.

Las victorias logradas en las batallas requerían una alegría más desbordante. Los bailes se hacen más espontáneos, breves, naturales, de acuerdo con la necesidad de comunicar la alegría y el vigor demostrados durante la batalla.

Los pasos y la coreografía se identificaron con los cambios que requería la nueva condición del país y surgieron bailes que caracterizaron e hicieron referencia a las actividades laborales y artesanales, como son los bailes campesinos, mineros, ganaderos, etcétera.

Los sones y jarabes se bailaron muchas veces con ejecuciones de “suertes”, que eran acciones en las que los bailarines demostraban sus destrezas con objetos al bailar o bailaban con machetes, botellas, jarros con agua sobre la cabeza.

Los bailarines gustaban de las “suertes” para demostrar sus habilidades y obtener el reconocimiento del pueblo y la admiración de la mujer que les interesaba.

No se puede afirmar categóricamente el origen definido de una forma o estilo de un baile tradicional por la falta de datos y el carácter anónimo. Sin embargo, se pueden señalar algunas zonas o regiones del territorio nacional. Los bailes regionales surgen como producto de pasos y estilos que se pusieron de moda. Al penetrar al país se arraigaron con tal fuerza que caracterizaron la expresión dancística del pueblo que los acogió.

Aunque se reconozca que los bailes pertenecen a una constante invasión cultural de Europa a América, no se puede negar que el estilo, significado y manera de ejecutarlos que aportaron los mexicanos de diferentes regiones renovaron sus características.

El fenómeno de recreación de los bailes se complejiza; los bailes que llegaron de Europa regresaban transformados y los que surgían en América se transformaban en Europa de igual manera. El baile se hace espontáneo, ágil y con la alegría auténtica que brinda el sentirse en una patria libre. Lo lugares para bailar se hacen menos exigentes y se improvisan escenarios en plazas, mercados, patios, tertulias, ferias, etcétera, que sirvieron de descarga emocional de las tensiones y como manifestación de los nuevos acontecimientos sociales.

A partir de allí, el “son” surge como una forma musical y dancística de mayor gusto por las nuevas sociedades; su origen en las seguidillas, fandangos y zapateados españoles de antaño, se modifica para producir diversos pasos y formas coreográficas y en cada región del país.


1.El hombre y la danza, "Patricia Bárcena Alcaraz, Julio Zavala González, Graciela Vellido Peralta", Editorial Patria, México. 1994


MUSICA

Música
La música (del griego: μουσική [τέχνη] - mousikē [téchnē], "el arte de las musas") es, según la definición tradicional del término, el arte de organizar sensible y lógicamente una combinación coherente de sonidos y silencios utilizando los principios fundamentales de la melodía, la armonía y el ritmo, mediante la intervención de complejos procesos psico-anímicos. El concepto de música ha ido evolucionando desde su origen en la antigua Grecia, en que se reunía sin distinción a la poesía, la música y la danza como arte unitario. Desde hace varias décadas se ha vuelto más compleja la definición de qué es y qué no es la música, ya que destacados compositores, en el marco de diversas experiencias artísticas fronterizas, han realizado obras que, si bien podrían considerarse musicales, expanden los límites de la definición de este arte.
La música, como toda manifestación artística, es un producto cultural. El fin de este arte es suscitar una experiencia estética en el oyente, y expresar sentimientos, circunstancias, pensamientos o ideas. La música es un estímulo que afecta el campo perceptivo del individuo; así, el flujo sonoro puede cumplir con variadas funciones (entretenimiento, comunicación, ambientación, etc.).
Definición de la música
La música académica occidental ha desarrollado un método de escritura basado en dos ejes: el horizontal representa el transcurso del tiempo, y el vertical la altura del sonido; la duración de cada sonido está dada por la forma de las figuras musicales.
Las definiciones parten desde el seno de las culturas, y así, el sentido de las expresiones musicales se ve afectado por cuestiones psicológicas, sociales, culturales e históricas. De esta forma, surgen múltiples y diversas definiciones que pueden ser válidas en el momento de expresar qué se entiende por música. Ninguna, sin embargo, puede ser considerada como perfecta o absoluta.
Una definición bastante amplia determina que música es sonoridad organizada (según una formulación perceptible, coherente y significativa). Esta definición parte de que —en aquello a lo que consensualmente se puede denominar "música"— se pueden percibir ciertos patrones del "flujo sonoro" en función de cómo las propiedades del sonido son aprendidas y procesadas por los humanos (hay incluso quienes consideran que también por los animales).
Hoy en día es frecuente trabajar con un concepto de música basado en tres atributos esenciales: que utiliza sonidos, que es un producto humano (y en este sentido, artificial) y que predomina la función estética. Si tomáramos en cuenta solo los dos primeros elementos de la definición, nada diferenciaría a la música del lenguaje. En cuanto a la función "estética", se trata de un punto bastante discutible; así, por ejemplo, un "jingle" publicitario no deja de ser música por cumplir una función no estética (tratar de vender una mercancía). Por otra parte, hablar de una función "estética" presupone una idea de la música (y del arte en general) que funciona en forma autónoma, ajena al funcionamiento de la sociedad, tal como la vemos en la teoría del arte del filósofo Immanuel Kant.
Jean-Jacques Rousseau, autor de las voces musicales en L'Encyclopédie de Diderot, después recogidas en su Dictionnaire de la Musique,[1] la definió como "Arte de combinar los sonidos de una manera agradable al oído".[2]
Según el compositor Claude Debussy, la música es "un total de fuerzas dispersas expresadas en un proceso sonoro que incluye: el instrumento, el instrumentista, el creador y su obra, un medio propagador y un sistema receptor".
La definición más habitual en los manuales de música se parece bastante a esta: "la música es el arte del bien combinar los sonidos en el tiempo". Esta definición no se detiene a explicar lo que es el arte, y presupone que hay combinaciones "bien hechas" y otras que no lo son, lo que es por lo menos discutible.
Algunos eruditos han definido y estudiado a la música como un conjunto de tonos ordenados de manera horizontal (melodía) y vertical (armonía). Este orden o estructura que debe tener un grupo de sonidos para ser llamados música está, por ejemplo, presente en las aseveraciones del filósofo Alemán Goethe cuando la comparaba con la arquitectura, definiendo metafóricamente a la arquitectura como "música congelada". La mayoría de los estudiosos coincide en el aspecto de la estructura, es decir, en el hecho de que la música implica una organización; pero algunos teóricos modernos difieren en que el resultado deba ser placentero o agradable.
Parámetros del sonido
Distribución de las notas musicales en el teclado de un piano. Cada nota representa una frecuencia de sonido distinta.
Artículo principal: Solfeo
La música está compuesta por dos elementos básicos: los sonidos y los «silencios».
El sonido es la sensación percibida por el oído al recibir las variaciones de presión generadas por el movimiento vibratorio de los cuerpos sonoros. Se transmite por el medio que los envuelve, que generalmente es el aire de la atmósfera. La ausencia perceptible de sonido es el silencio, aunque es una sensación relativa, ya que el silencio absoluto no se da en la naturaleza.
El sonido tiene cuatro parámetros fundamentales:
  • La altura es el resultado de la frecuencia que produce un cuerpo sonoro; es decir, de la cantidad de ciclos de las vibraciones por segundo o de hercios (Hz) que se emiten. De acuerdo con esto se pueden definir los sonidos como "graves" y "agudos". Cuanto mayor sea la frecuencia, más agudo (o alto) será el sonido. La longitud de onda es la distancia medida en la dirección de propagación de la onda, entre dos puntos cuyo estado de movimiento es idéntico; es decir, que alcanzan sus máximos y mínimos en el mismo instante.
  • La duración corresponde al tiempo que duran las vibraciones que producen un sonido. La duración del sonido está relacionada con el ritmo. La duración viene representada en la onda por los segundos que ésta contenga.
  • La intensidad es la fuerza con la que se produce un sonido; depende de la energía. La intensidad viene representada en una onda por la amplitud.
  • El timbre es la cualidad que permite distinguir los diferentes instrumentos o voces a pesar de que estén produciendo sonidos con la misma altura, duración e intensidad. Los sonidos que escuchamos son complejos; es decir, son el resultado de un conjunto de sonidos simultáneos (tonos, sobretonos y armónicos), pero que nosotros percibimos como uno (sonido fundamental). El timbre depende de la cantidad de armónicos o la forma de la onda que tenga un sonido y de la intensidad de cada uno de ellos, a lo cual se lo denomina espectro. El timbre se representa en una onda por el dibujo. Un sonido puro, como la frecuencia fundamental o cada sobretono, se representa con una onda sinusoidal, mientras que un sonido complejo es la suma de ondas senoidales puras. El espectro es una sucesión de barras verticales repartidas a lo largo de un eje de frecuencia y que representan a cada una de las senoides correspondientes a cada sobretono, y su altura indica la cantidad que aporta cada una al sonido resultante.
Elementos de la música
La organización coherente de los sonidos y los silencios (según una forma de percepción) nos da los parámetros fundamentales de la música, que son la melodía, la armonía y el ritmo. La manera en la que se definen y aplican estos principios, varían de una cultura a otra (también hay variaciones temporales).
  • La melodía es un conjunto de sonidos —concebidos dentro de un ámbito sonoro particular— que suenan sucesivamente uno después de otro (concepción horizontal), y que se percibe con identidad y sentido propio. También los silencios forman parte de la estructura de la melodía, poniendo pausas al "discurso melódico". El resultado es como una frase bien construida semántica y gramaticalmente. Es discutible —en este sentido— si una secuencia dodecafónica podría ser considerada una melodía o no. Cuando hay dos o más melodías simultáneas se denomina contrapunto.
  • La armonía, bajo una concepción vertical de la sonoridad, y cuya unidad básica es el acorde, regula la concordancia entre sonidos que suenan simultáneamente y su enlace con sonidos vecinos.
  • La métrica, se refiere a la pauta de repetición a intervalos regulares, y en ciertas ocasiones irregulares, de sonidos fuertes o débiles y silencios en una composición.
  • El ritmo, es el resultado final de los elementos anteriores, a veces con variaciones muy notorias, pero en una muy general apreciación se trata de la capacidad de generar contraste en la música, esto es provocado por las diferentes dinámicas, timbres, texturas y sonidos.
Otros parámetros de la música son: la forma musical, la textura musical y la instrumentación.
Cultura y música
Buena parte de las culturas humanas tienen manifestaciones musicales. Algunas especies animales también son capaces de producir sonidos en forma organizada; lo que define a la música de los hombres, pues, no es tanto el ser una combinación "correcta" (o "armoniosa" o "bella") de sonidos en el tiempo como el ser una práctica de los seres humanos dentro de un grupo social determinado.
Independientemente de lo que las diversas prácticas musicales de diversos pueblos y culturas tengan en común, es importante no perder de vista la diversidad en cuanto a los instrumentos utilizados para producir s, en cuanto a las formas de emitir la voz, en cuanto a las formas de tratar el ritmo y la melodía y -sobre todo- en cuanto a la función que desempeña la música en las diferentes sociedades: no es lo mismo la música que se escucha en una celebración religiosa que la música que se escucha en un anuncio publicitario, ni que la música que se baila en una discoteca. Tomando en consideración las funciones que una música determinada desempeña en un contexto social determinado podemos ser más precisos a la hora de definir las características comunes de la música, y más respetuosos a la hora de acercarnos a las músicas que no son las de nuestra sociedad.
La mayoría de las definiciones de música solo toman en cuenta algunas músicas producidas durante determinado lapso en Occidente, creyendo que sus características son "universales", es decir, comunes a todos los seres humanos de todas las culturas y de todos los tiempos. Muchos piensan que la música es un lenguaje "universal", puesto que varios de sus elementos, como la melodía, el ritmo, y especialmente la armonía (relación entre las frecuencias de las diversas notas de un acorde) son plausibles de explicaciones más o menos matemáticas, y que los humanos en mayor o menor medida, estamos naturalmente capacitados para percibir como bello. Quienes creen esto ignoran o soslayan la complejidad de los fenómenos culturales humanos. Así, por ejemplo, se ha creído que la armonía es un hecho musical universal cuando en realidad es exclusivo de la música de Occidente de los últimos siglos; o, peor aún, se ha creído que la armonía es privativa de la cultura occidental porque representa un estadio más "avanzado" o "superior" de la "evolución" de la música.
Otro de los fenómenos más singulares de las sociedades occidentales (u occidentalizadas) es la compleja división del trabajo de la que es objeto la práctica musical. Así, por ejemplo, muchas veces es uno quien compone la música, otro quien la ejecuta, y otro tercero quien cobra las regalías. La idea de que quien crea la música es otra persona distinta de quien la ejecuta, así como la idea de que quien escucha la música no está presente en el mismo espacio físico en donde se produce es solamente posible en la sociedad occidental de hace algunos siglos; lo más común (es decir, lo más "universal") es que creador e intérprete sean la misma persona.
La notación musical occidental
Desde la antigua Grecia (en lo que respecta a música occidental) existen formas de notación musical. Sin embargo, es a partir de la música de la edad media (principalmente canto gregoriano) que se comienza a emplear el sistema de notación musical que evolucionaría al actual. En el Renacimiento cristalizó con los rasgos más o menos definitivos con que lo conocemos hoy, aunque -como todo lenguaje- ha ido variando según las necesidades expresivas de los usuarios.
El sistema se basa en dos ejes: uno horizontal, que representa gráficamente el transcurrir del tiempo, y otro vertical que representa gráficamente la altura del sonido. Las alturas se leen en relación a un pentagrama (un conjunto de cinco líneas horizontales) que al comienzo tiene una "clave" que tiene la función de atribuir a una de las líneas del pentagrama una determinada nota musical. En un pentagrama encabezado por la clave de Sol en segunda línea nosotros leeremos como sol el sonido que se escribe en la segunda línea (contando desde abajo), como la el sonido que se escribe en el espacio entre la segunda y la tercera líneas, como si el sonido en la tercera línea, etc. Para los sonidos que quedan fuera de la clave se escriben líneas adicionales. Las claves más usadas son las de Do en tercera línea (clave que toma como referencia al Do de 261,63 Hz, el Do central del piano), la de Sol en segunda (que se refiere al Sol que está una quinta por encima del Do central), y la de Fa en cuarta (referida al Fa que está una quinta por debajo del Do central).
El discurso musical está dividido en unidades iguales de tiempo llamadas compases: cada línea vertical que atraviesa el pentagrama marca el final de un compás y el comienzo del siguiente. Al comienzo del pentagrama habrá una fracción con dos números; el número de arriba indica la cantidad de tiempos que tiene cada compás; el número de abajo nos indica cuál será la unidad de tiempo.
Para escribir las duraciones se utiliza un sistema de figuras: la redonda (representada como un círculo blanco), la blanca (un círculo blanco con un palito vertical llamado plica), la negra (igual que la blanca pero con un círculo negro), la corchea (igual que la negra pero con un palito horizontal que comienza en la punta de la plica), la semicorchea (igual que la corchea pero con dos palitos horizontales), etc.. Cada una vale la mitad de su antecesora: la blanca vale la mitad que una redonda y el doble que una negra, etc..
Las figuras son duraciones relativas; para saber qué figura es la unidad de tiempo en determinada partitura, debemos fijarnos en el número inferior de la indicación del compás: si es 1, cada redonda corresponderá a un tiempo; si es 2, cada blanca corresponderá a un tiempo; si es 4, cada tiempo será representado por una negra, etc.. Así, una partitura encabezada por un 3/4 estará dividida en compases en los que entren tres negras (o seis corcheas, o una negra y cuatro corcheas, etc.); un compás de 4/8 tendrá cuatro tiempos, cada uno de ellos representados por una corchea, etc..
Para representar los silencios, el sistema posee otros signos que representan un silencio de redonda, de blanca, etc..
Como se ve, las duraciones están establecidas según una relación binaria (doble o mitad), lo que no prevé la subdivisión por tres, que será indicada con "tresillos". Cuando se desea que a una nota o silencio se le agregue la mitad de su duración, se le coloca un punto a la derecha (puntillo). Cuando se desea que la nota dure, además de su valor, otro determinado valor, se escriben dos notas y se las une por medio de una línea arqueada llamada ligadura de prolongación.
En general, las incapacidades del sistema son subsanadas apelando a palabras escritas más o menos convencionales, generalmente en italiano. Así, por ejemplo, las intensidades se indican mediante el uso de una f (forte, fuerte) o una p (piano, suave), o varias efes y pes juntas. La velocidad de los pulsos se indica con palabras al comienzo de la partitura que son, en orden de velocidad: largo, lento, adagio, moderato, andante, allegro, presto.